Un piso firme para Ángelo y su familia
El sol apenas se asoma cuando Ángelo ya está en pie. Sus manos, acostumbradas al trabajo duro, se preparan para una nueva jornada en la empresa de servicios de limpieza donde labora, allí pasa gran parte del día, bajo el calor y el cansancio que deja el esfuerzo físico. Sin embargo, al regresar en la tarde, lo espera otro turno: el de ser esposo, padre y constructor de su propio sueño.
Ángelo vive con su esposa y sus cuatro hijos, tres niñas y un niño en el barrio Lagos del Palmar en la comuna cuatro de Barrancabermeja. Cada ladrillo de su casa lleva la marca de sus manos, el resultado de años de empeño silencioso, aunque no sabe leer, ni escribir, ha aprendido a edificar con amor, convencido de que lo más valioso que puede dejarles a sus hijos es un hogar donde siempre encuentren refugio.
Su mayor ilusión es verlos estudiar, prepararse, llegar más lejos de lo que él pudo. Porque en cada paso de ellos ve reflejada la esperanza de un futuro diferente, con oportunidades que a él le fueron esquivas.
Hoy, ese sueño se fortalece con un detalle que para muchos puede pasar inadvertido, pero para su familia significa dignidad: tener un piso de concreto. Ese piso que reemplaza la tierra, que cuida la salud de los niños y que convierte su casa en un verdadero hogar.
“Todo lo que hago es por ellos”, dice Ángelo, con una sonrisa cansada, pero llena de orgullo. En su voz
se siente la fuerza de un hombre que no se rinde, que ha construido con esfuerzo, pero sobre todo con amor, el lugar donde crecen sus hijos.
